No basta que la mujer del César sea honesta, también
tiene que parecerlo.
La expresión muy conocida de “La mujer del César no sólo debe
ser honrada sino que también debe parecerlo” puede aplicar a muchos ámbitos
sociopolítico.
En nuestra sociedad, la actividad política se está convirtiendo en
una tarea cada vez más exigente, especialmente en lo que concierne a la
honestidad personal. Hasta hace pocos años una parte apreciable de la opinión
pública contemplaba las exigencias de honradez de los políticos con cierta
condescendencia. Eran años en los que determinados responsables políticos, con
fama de poco escrupulosos, lograban revalidar sus posiciones en las urnas con
bastante desenfado.
Sin embargo, en poco tiempo los niveles de exigencia de la
gran mayoría de los ciudadanos se han acentuado, de forma que ahora cualquier
sospecha de corrupción o de condescendencia –o comprensión─ con la corrupción
suscita repudio y una indignación poco contenida.
Ha llegado a un punto donde no basta con ser honrado, debe de
actuar de forma tal que no haya la menor duda o sospecha, debe parecerlo.
Esta convicción de "ser honrado" y "parecerlo" de extiende a cualquier situación o forma de conducta.
Significado:
La expresión se aplica en todo caso en el que alguien es
sospechado de haber cometido alguna ilicitud, aun cuando no hubiera dudas
respecto de su inocencia.
Origen:
La famosa frase del Divino Cayo Julio César, y que nos
traslada Plutarco, hace referencia a que por la importancia que tenía en la
sociedad romana la mujer del César, esta no solo debía de ser honrada sino
parecerlo.
Según cuenta Plutarco en sus "Vidas paralelas", un
patricio romano llamado Publio Clodio Pulcro, dueño de una gran fortuna y
dotado con el don de la elocuencia, estaba enamorado de Pompeya, la mujer de
Julio César. Tal era su enamoramiento, que en cierta oportunidad, durante la
fiesta de la Buena Diosa -celebración a la que sólo podían asistir las mujeres-
el patricio entró en la casa de César disfrazado de ejecutante de lira, pero
fue descubierto, apresado, juzgado y condenado por la doble acusación de engaño
y sacrilegio. Como consecuencia de este hecho, César reprobó a Pompeya, a pesar
de estar seguro de que ella no había cometido ningún hecho indecoroso y que no
le había sido infiel, pero afirmando que no le agradaba el hecho de que su
mujer fuera sospechada de infidelidad, porque no basta que la mujer del César
sea honesta; también tiene que parecerlo. La expresión, con el tiempo, comenzó
a aplicarse en todo caso en el que alguien es sospechado de haber cometido
alguna ilicitud, aun cuando no hubiera dudas respecto de su inocencia.
……………………
Enlaces consultados.https://www.larazon.es/opinion/columnistas/la-mujer-del-cesar-IN15186482/
http://www.historiaclasica.com/2007/07/la-mujer-de-csar-adems-de-ser-honesta.html
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