Vérsele a uno el plumero.
En el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) si buscamos la palabra plumero podemos leer:
Plumero
1. m. Mazo o atado de
plumas u otro material sujeto a un mango que sirve para quitar el polvo.
2. m. Penacho de
plumas.
3. m. p. us. Vaso o
caja donde se ponen las plumas.
vérsele a alguien el
plumero
1. loc. verb. coloq.
Descubrirse sus intenciones o defectos.
Para la RAE, la expresión «Vérsele el plumero» es sinónima de
«Vérsele la oreja a alguien» y significa «Descubrirse sus intenciones o
pensamientos».
Expresión de uso extendido en el lenguaje coloquial que pone
de manifiesto o hace entrever alguna finalidad, objetivo, idea o propósito que
otra persona puede percibir sin un gran esfuerzo, aunque tratemos de disimular.
Origen.
De origen incierto, aunque el más común es el que hace
referencia al ámbito militar, pues la antigua Milicia Nacional llevaba un
penacho de plumas en la parte frontal del morrión (gorro) militar que provocaba
que fuesen vistos o percibidos con facilidad desde lejos, destacando entre el
gentío.
En este sentido José Mª Iribarren explica que
"constituye una alusión, no al utensilio de limpieza llamado plumero, sino
al penacho de plumas que coronaba el morrión de los voluntarios de la Milicia
Nacional, la que nació el año 1820 para defender los principios liberales y
progresistas, y fue disuelta y desarmada por el Ministerio González
Bravo".
Esopo.
Quería una vez Zeus proclamar un rey entre las aves, y les
señaló un día para que comparecieran delante de él, pues iba a elegir a la que
encontrara más hermosa para que reinara
entre ellas.[...]
Otro origen podría hallarse en la fábula «La corneja y los pájaros» escrita por Esopo en la antigua Grecia. Esta fábula relata que Júpiter convocó a todas las aves para elegir la más bella. La corneja, para poder competir en belleza con el resto de aves, recopiló plumas desprendidas de otras aves para crearse su propio plumaje. Ante la trampa, el resto de aves la desplumó ante Júpiter mostrando su trampa… por lo que «se le vio el plumero».
La fábula termina con esta moraleja.
Moraleja:
Nunca hagas alarde de los bienes ajenos como si fueran
propios, pues tarde o temprano se descubre el engaño.
El origen de la expresión comenzó a utilizarse cuando en
tertulias y/o debates políticos entre conservadores y progresistas, en un
momento de la discusión se les decía a éstos últimos “a mí no me engañas, que
te he visto el plumero”, en clara referencia al penacho de plumas del gorro.
Esta expresión solía ser utilizada en los periódicos
conservadores de final de siglo en cuestión a los políticos "que asomaban
la oreja liberal".
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Bibliografía.
Iribarren, José Mª; El porqué de los dichos. Gobierno de
Navarra. Departamento de Educación, Cultura, Deporte y Juventud. Novena
edición. Octubre 1996, pág. 146.
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