Beber los vientos.
Dicho o expresión, metáfora poética, que expresa el deseo vehemente que una persona siente por otra o por algo más o menos inalcanzable.
El Diccionario de Uso del Español de María Moliner (1975)
convierte en expresión sinónima de beber los vientos la frase desvivirse por.
El Diccionario de la Real Academia Española cataloga la locución beber los vientos como de “lenguaje figurado”, definiéndola como desear algo con ansia y hacer cuanto sea posible por conseguirlo:
beber alguien los vientos por algo
1.
loc.
verb. coloq. Desearlo con ansia y hacer cuanto es posible para conseguirlo.
beber alguien los vientos por otra persona
1.
loc.
verb. coloq. Estar muy enamorado de ella.
Significado:
Expresamos con esa frase de “beber los vientos por algo o por
alguien” cuando dedicamos todos los esfuerzos a conseguir ese algo o a ese
alguien.
Origen:
"Beber los vientos por..." es una de las frases hechas
metafóricas más arcaicas y aparece prácticamente en textos de todos los
tiempos. Suele citarse como uno de los ejemplos más antiguos aquel pasaje
bíblico del Libro de Jeremías (2,24), en el que se describe a la asna salvaje
en celo, que “en el ardor de su apetito, va buscando con su olfato aquello que
desea, y nadie puede detenerla...”
En la literatura española, en el libro “Tesoro de la Lengua Castellana o Española (1611), de Sebastián de Covarrubias, aparece citada esta frase hecha como “beber los vientos y los elementos”.
Quevedo la utilizaba como “beber los aires”, al igual que Lope de Vega en La Dorotea. Cervantes, en “La Ilustre Fregona” (1613) dice que “el hijo del Corregidor bebe los vientos por ella”, refiriéndose a Marinilla.
Según Julio Cejador y Frauca (1) en su Historia de la lengua y literatura
castellana (1915), son los perros de caza venteadores, que, al olfatear el aire
en busca de la presa, parece como si lo estuvieran bebiendo, parece que se lo estuvieran bebiendo, entrando
en un estado de excitación al detectarla y provocando en el animal un ansia por
darle caza, de ahí la estrecha relación entre el gesto de parecer que está
bebiéndose el viento y el deseo/empeño por conseguir algo o a alguien.
Otra teoría asemeja
los suspiros de los enamorados a la acción comentada como "beber los vientos y los
elementos" que sostiene en una de las referencias más antiguas el maestro
Gonzalo Correas (2) en su obra Vocabulario de refranes y frases proverbiales y
otras formas comunes de la lengua castellana, obra del primer tercio del siglo
XVII, que lo explica así: "beber los vientos y los elementos: dícese de un
enamorado, bebe los vientos por fulano, y del que anda en pretensión que mucho
desea".
Por su parte, ya en 1775, Francisco Gregorio de Salas (3), en
sus Poesías serias y jocosas, satiriza a cierto sujeto que frecuentaba una
taberna más que por beber, a causa de estar enamorado de la tabernera:
Con diferentes intentos
que a beber viene imagino
por él en sus pensamientos
por el vaso bebe vino
pero por ella los vientos.
…………………………………….
1.
Julio
Cejador y Frauca (Zaragoza, 7 de enero de 1864-Madrid, 1 de enero de 1927) fue
un filólogo, crítico literario, historiador de la literatura española,
lexicógrafo, epigrafista, helenista, orientalista y cervantista español.
2.
Gonzalo
Correas Íñigo o Gonzalo Korreas Íñigo (Jaraíz de la Vera, Cáceres,
1571-Salamanca, íd., 17 de agosto de 1631) fue un humanista, helenista,
gramático, lexicógrafo, paremiólogo y ortógrafo español.
3.
Francisco
Gregorio de Salas (Jaraicejo, provincia de Cáceres, 29 de enero de 1729-Madrid,
2 de diciembre de 1807), poeta y eclesiástico español.
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https://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Cejador_y_Frauca
https://es.wikipedia.org/wiki/Gonzalo_Correas
http://www.masmasculino.com/revista-masculina/BEBER-LOS-VIENTOS.html
https://repositorio.aemet.es/bitstream/20.500.11765/12139/1/lenguajediario_Gozalo_RAM2003.pdf
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